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Viernes, 12 de Diciembre 2025, 12:54h
Tiempo de lectura: 2 min
Imagina que tienes una pesadilla. Te persiguen, caes al vacío, te cruzas con un mamut… Y de repente, en mitad del pánico, una vocecita en tu cabeza susurra: «Espera, esto no es real. Estoy soñando». Ese momento —esa fractura en la lógica onírica— se llama 'sueño lúcido'. Y, si consigues darte cuenta de que estás soñando, las reglas cambian. Puedes convertir a tu perseguidor en un ratón, echarte a volar o simplemente... despertar.
Tres millones de personas buscan cada mes en YouTube cómo manipular sus sueños. El objetivo: volar, vencer pesadillas, resolver problemas mientras duermes. El sueño lúcido es un fenómeno documentado que la mitad de la población experimenta al menos una vez en la vida, aunque solo uno de cada mil lo tiene de forma regular. Durante décadas fue una curiosidad científica. Pero, en 2025, el sueño lúcido se ha convertido en una industria que factura 312 millones de dólares solo en Estados Unidos y que promete venderte el control sobre tus horas de inconsciencia.
Las apps de entrenamiento onírico están liderando un mercado hasta ahora inexplorado. Karen Konkoly, investigadora de la Universidad del Noroeste en Estados Unidos, publicó en octubre de 2024 el estudio que ha revolucionado el sector. Hasta entonces, provocar un sueño lúcido requería laboratorios con polisomnografía, técnicos que monitorizaran tus fases REM... Konkoly demostró que una simple aplicación de smartphone multiplica por tres la frecuencia de los sueños lúcidos. Además, sin ningún peligro aparente. Los participantes en su investigación registraron de media dos episodios semanales.
El método combina entrenamiento cognitivo antes de dormir con señales auditivas durante la fase REM. Te acuestas repitiendo mentalmente: «La próxima vez que sueñe, sabré que estoy soñando». A mitad de la noche, el acelerómetro del teléfono —el mismo sensor que cuenta tus pasos— monitoriza cada movimiento de tu cuerpo. Si detecta que te has removido en la cama, la app interpreta que tu sueño está alterado y pausa las señales auditivas. Espera cinco minutos y solo cuando llevas un rato completamente quieto —señal de que has entrado en fase REM profunda— emite el sonido distintivo.
Ese mismo sonido que tu cerebro asoció antes de dormirte con la lucidez. El cerebro lo oye, lo reconoce y, clic, cae en la cuenta: «Ah, estoy soñando». Otro estudio, del laboratorio de Martin Dresler en Países Bajos y publicado en abril, analiza electroencefalogramas de soñadores lúcidos de todo el mundo. Conclusión: el cerebro no está dormido ni despierto. Es un tercer estado.
El neurocientífico Ken Paller lo resume así: «Estamos desarrollando ingeniería del sueño para beneficio personal: practicar habilidades, resolver problemas, crecimiento espiritual». Ya en 2021 su equipo logró algo que parecía imposible: comunicarse con personas mientras soñaban. Los durmientes respondían a preguntas matemáticas simples moviendo los ojos según patrones específicos. ¿Pero por qué tanto interés? El 40 por ciento de la generación Z reconoce dificultades y terrores relacionados con el sueño tres veces por semana, el triple que hace cinco años.
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