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Los Mártires Mercedarios en Madinat Basta (Baza) en época nazarí

                                                                                             Juan Antonio Díaz Sánchez                                                                        (Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino)                                                                                              María Castaño Jiménez                                                                       (Diplomada en Magisterio Musical. Universidad de Granada) La Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos, fue fundada en 1218 cuando residía en Barcelona el muy piadoso Pedro Nolasco. Una noche tuvo una aparición de la Virgen, quien le mandó que fundara la Orden para llevar a cabo la obra de caridad que suponía la redención de cautivos y la denominaría santa María de la Misericordia o de la Merced de Cautivos. Resulta que esta aparición fue común también para el canónigo de la catedral Raimundo de Peñafort y el rey Jaime I de Aragón. A la semana siguiente de ésta se hizo la fundación de la Orden con todos los honores y pontificales que requería dicho evento en la catedral de Barcelona con asistencia del rey y su corte.

JOSÉ UTRERA

Martes, 5 de marzo 2013, 10:50

El rey les concedió el uso de escudo de armas que consistía en ?cuatro barras encarnadas en campo de oro, a las que se añadió la cruz blanca, antigua insignia de la catedral de Barcelona?. La confirmación pontificia de la Orden no se hizo esperar puesto que fue concedida por el papa Gregorio IX en Perusa el 17 de enero de 1235. En un principio los religiosos vivían en la más absoluta pobreza, pues aún sus bienes particulares se destinaban para los cautivos. El primer mártir de esta orden fue fray Raimundo Blanes que abrazó la palma del martirio en Granada en 1235. La carga simbólica de esta Orden en el panorama peninsular de combates y cautiverios es ciertamente importante. La primera descripción que tenemos de la ciudad de Basta es la que nos ofrece el polígrafo y visir granadino, Ibn Al-Jatib, del año 1347: ?¿Qué os parece Basta? Es un paraje fértil, es una villa cuyo nombre patentiza su realidad?Basta es la misma donde se encuentran los tesoros que atestiguan que la gente siente predilección por la agricultura y la ganadería?Su mezquita, llamada del «Paraíso» es un testimonio suficientemente claro de la bendición divina. Su puerta, llamada «de almizcle» es una señal, de su buen aroma. Sus alquerías son una auténtica ola encrespada del mar? (son muchas). Ibn Al-Jatib destaca fundamentalmente las actividades agro-ganaderas así como la relación existente entre la medina (ciudad amurallada) y la zona de huertas. Destaca, sobre todo, la mezquita aljama o principal. En 1278, fray Juan Riaño llegó a Baza con la intención de negociar la redención de unos cristianos cautivos con permiso del gobernador moro. Resulta que además de cumplir esta misión, bautizó secretamente a unos cuantos infieles musulmanes. Al regreso de su mujer a Baza que estaba en Baeza, uno de ellos se encolerizó tanto que dio muerte a sus dos hijos estrangulándolos. Entonces, el gobernador moro mandó que el matrimonio fuese quemado vivo, ella por sus crímenes contra sus hijos y él por convertirse al cristianismo. Cuando en ese mismo instante fue fray Juan Riaño a interceder por ellos, el caudillo quedó perplejo de la osadía y valentía que había tenido el fraile, y le dijo al mismo que si los niños volvían a la vida los padres quedarían perdonados y libres. Ocurrió así el milagro y los niños estaban sanos y salvos jugando en su casa; el matrimonio quedó libre y absuelto. (MAGAÑA VISBAL, L., Baza histórica. Granada, 1996, pp. 361-388)  Fray Juan de Huerte y fray Juan de Zorroza llegaron a Baza con el objeto de redimir cautivos, ellos venían a Baza con el permiso explícito del rey de Granada pero el caudillo bastetano no se debió de enterar muy bien o no quiso enterarse puesto que los persiguió y martirizó. De este martirio tenemos el texto del P. Barroso que reproducimos íntegramente por su interés: ?Llegó la noticia del Régulo o Alcalde de Baza, este celo a que los moros llamaban atrevimiento y osadía y mandó prender a los Padres que le asegurasen en mazmorras con duras prisiones y pesadas cadenas. Pasados algunos días en que los mortificó con mucho a escaso de alimento, mandó los fuese a reafirmar un anciano sentido entre los que muy corto y santo en la Ley de su profeta diabólica a que se retractasen en público de lo que habían predicado contra su profeta ofreciéndoles por premio el perdón del Gobernador y aplauso universal de aquella ciudad [f. 32r] Enardecióse más el espíritu de nuestros venerables luchadores Evangélicos y con nuevas razones arrojaron de sí aquel manifiesto de Satanás, manifestándole sería su mayor gloria efímera las verdades Evangélicas con la sangre de las venas.  Enfureciose de nuevo el tirano y mandó que en público figuraran los PP. amarrados a un palo donde desnudos sufrieron la tormenta de muchos azotes cruelísimos en cuyo tormento con semblante alegre e infierno daban gracias a el Señor que los hallaba dignos de padecer por la defensa de su nombre y de su fe y vueltos al pueblo reforzaban más a los cristianos para que aborreciesen y desviasen las impuras blasfemias de los moros. No pudo el tirano sufrir tanto esfuerzo, y temiendo que a él se rindiese la obstinación de los moros, pronunció sentencia de muerte, ajustola contra los dos valerosos soldados de Xpto. Apenas se publicó por la ciudad la sentencia acudió una compañía de mayor reforzados acompañada de una caterva de muchachos convidándose todos a ser verdugos para quitar la vida a nuestros religiosos.  Dióseles por el juez el permiso y prevenidos de muchas zarzas, cañas, piedras, corseles, y hondas apresaron a los venerables Padres arrastrándolos por todas las calles, y se los entregaron a los muchachos más débiles: éstos llenos de gozo comenzaron el prolongado martirio: unos les tiraban piedras, otros les clavaban las cañas por el pecho, piernas y brazos y otros saliendo de las cuerdas les acometían las zarzas cada uno por ser desdicha y superior a sus fuerzas y para que los viesen sus padres y parientes los paseaban por las puertas de sus propias casas, de esta forma desaparecerían nuestros instrumentos para mortificar los Religiosos, [f. 32v] y redundaban sus hijos a su contribución del tormento [...] porque les propiciaron golpes e injurias.  Cansados ya de andar por la ciudad los sacaron a el campo y como ya los venerables Redentores iban casi desangrados no podían ayudarles a caminar por sí mismos ni los muchachos y rendidos podrían tirar de ellos entonces los moros más soberbios, apartando a los más chiquitos empezaron con nueva crueldad a darles crueles golpes y puntillones y tirando con violencia de las cuerdas llegaron a el sitio de la Fuens Santa (llamada así según los ancianos de Baza por aquel martirio) puestos allí habiendo amarrado a su lapidación a los Religiosos aparecieron los muchachos y moros poco diestros en tirar con la honda propiciaron algunos palos y convidaron con aplausos a todo el pueblo para que mirase su destreza y crueldad en tirar con la honda y con eso empezaron a desgarrar sus restos martirizados con tal nube de piedras que a poco tiempo siendo perfectos imitadores del sacrificio de San Esteban, pasaron las almas a ver al Hijo de Dios sentado a la Derecha de su Dios en la Gloria. Hasta aquí a la letra se refiere su historia nuestro A. Bargas.?  (BARROSO, J., Origen, invención y milagros de Nuestra Señora de la Piedad de Baza. Baza, 1744-1745, ff. 31r-32v.)  Cargado de providencialismo, lógicamente un episodio así se convierte en el feliz anuncio del triunfo de la fe, que en Baza había de comenzar con la rendición de la ciudad.

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