Borrar
María Ángeles rodeada de sus hijos y algunos nietos y familia en su casa de los Isidoros JOSÉ UTRERA
Maria Ángeles Gómez, 107 años de mucho trabajo y buen humor

Maria Ángeles Gómez, 107 años de mucho trabajo y buen humor

Nacida en la aldea de Almicerán, el 29 de abril del 1916, María Ángeles, tiene tres hijos, siete nietos y nueve biznietos, que la quieren y la cuidan

JOSÉ UTRERA

LOS ISIDOROS- CASTRIL

Jueves, 17 de agosto 2023, 10:32

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Opciones para compartir

Maria Ángeles Gómez Ortega, es una autentica superviviente de la vida, que a veces fue muy dura y más en el campo y una zona pobre como era hace más de un siglo la aldea de la Lancha de Almicerán,(Castril). Donde la agricultura y algo de ganadería apenas si daban para el sustento diario. Maria Ángeles, no conoció a su padre, que murió joven dejando a su madre, viuda, con cuatro hijos y embarazada del quinto. Su madre, Mónica Ortega Díaz lo debió de pasar muy mal y trabajar lo indecible para sacar adelante a sus hijos. María Ángeles se casó con Luis López, una vez que esté regreso del servicio militar y de la guerra. Ella tenía 25 años y no hubo fiestas, recibieron «las bendiciones» y poco más. Maria Ángeles y Luis, tuvieron tres hijos, dos hombres y una mujer, Venancio de 79 años, Ana Maria de 77 y Luis de 74.

Luis el marido de María Ángeles murió hace 21 años, el 22 de enero de 2002, durante la nochevieja, decía que algo le había sentado mal, enfermo y falleció a los 21 días. En la actualidad, María Ángeles vive con su hija en una vivienda cueva en los Isidoros, otro anejo castrileño. Cuando todo el país sufre una ola, tras otra de calor, en la vivienda de María Ángeles, se está muy augusto, a salvo de las altas temperaturas, ahora en verano y del frio en invierno.

A sus 107 años, y después de una larga vida de trabajo, esta mujer más que centenaria, vive con su hija, que es quien la cuida, aunque tiene asignada una ayuda de la Ley de Dependencia, que según su familia es insuficiente para lo que corresponde a una mujer de su edad. Pero ella no se queja de nada, solo teme ponerse mala, pasa el día en su sillón frente a una gran pantalla de televisión, viendo la programación del canal Sur, y los programas donde salga Carlos Sobera.

A lo largo de su dilatada vida, María Ángeles, cuenta que ha trabajado en el campo realizando todo tipo de labores, recogiendo aceituna, escardando, «no había otra, solo trabajar en cualquier labor relacionada con la agricultura. Cuenta que durante la posguerra, le robaron 30 cabras, su vecino Regino, fue quien se chivó del lugar donde estaban las cabras que eran de su madre. «Se las llevaron de noche y nunca más se supo». María Ángeles también he sido molinera primero en el molino Gerardo y después en molino José María. «Aprendí y hacia la mejor harina de la comarca», recuerda orgullosa. Nunca fue a la escuela, iba un maestro por los cortijos le dejaba una cartilla, pero lo primero era el trabajo. Mará Ángeles no sabe leer ni escribir, pero sí vivir una vida de trabajo con una alegría que no pierde nunca. Si por ella fuera se iría a las fiestas de Fátima a bailar, sevillanas, que es lo más parecido a las seguidillas que bailaba de joven.

Con 105 años, María Ángeles, tuvo una caída y se rompió la cadera, fue operada y cuando se estaba recuperando, sufrió un ictus leve que le impidió volver a andar, pero no le quitó el buen humor y lanzarse a cantar coplillas y refranes cada vez que sus nietas se lo piden. «El Querer es cuesta arriba y el olvidar es cuesta abajo, más vale ir cuesta arriba aunque cueste trabajo». Recita de seguido, mientras se acuerda de otra cancioncilla.

Apenas si ha salido de los Isidoros, una vez hace 70 años «estuve en Granada donde me operaron del estómago, cuando regrese al mes, mi hijo mayor, no me reconoció». En otra ocasión estuvo con su nieta en Barcelona y poco más ha viajado.

Otro oficio que ha ejercido de forma autodidacta ha sido el de costurera, le hacia las camisas y ropa de trabajo para sus hijos, nietos y vecinos. Hasta que sufrió la caída se manejaba perfectamente y cosía sin parar, sus nietas cuentan que iban a colegios las tres iguales, les hacía batas y mandiles y hasta bikinis de ganchillo, que alguna de ellas tiene aun sin estrenar, relatan Ana Belén, Maite y Maria Ángeles, quienes echan de menos las comidas que le hacía en «la lumbre» donde todo sabía mucho mejor. «Yo cocinaba de todo, tenía una casa llena de hijos, tenía que hacer de comer, gachas, migas, tallarines, pucheros, guisos y maimones, que es un plato típico de Castril». Después, cuando sus hijos de iban fuera a trabajar también cocinaban para sus nietos. A su nieto Jaime que era camionero le hacía fideos y se los envasaba en bote a modo de conserva, «porque le gustan mucho, a veces no regresaba en quince días, pero se llevaba comida casera». Comenta orgullosa.

María Ángeles, con lo años ha perdido oído, lo que es lógico por la edad, pero mantiene intacta su alegría, « Me llevo bien con los hijos y los nietos, a los hijos los quiere uno más, pero a los nietos no te lo dejes atrás. Yo los quiero a todos por igual, porque ellos me quieren a mí».

Su familia, cree que el Ayuntamiento de Castril debería de realizarle algún reconocimiento a su dilatada vida.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios