ABELARDO VICO
FREILA
Lunes, 22 de agosto 2022, 19:31
Ha muerto Antonio Peláez, un hombre que yo siempre vi afable, discreto, de los que entretejía complicidades, de los necesarios en todos los lugares pero de los imprescindibles en tierras como la nuestra, tan necesitada de hilar acuerdos en búsqueda de objetivos comunes.
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No era de su familia, ni me podía considerar amigo en la concepto estrecho de tal palabra, ni siquiera era del mismo pueblo, y sin embargo me abatió la noticia de su muerte. No puedo imaginarme como se deben sentir sus familiares, sus amigos, sus convecinos.
Uno se encuentra a lo largo de su vida personas neutras que ni le suman ni le restan, otras tóxicas que le quitan salud y unas pocas que lo enriquecen espiritual y moralmente. Una de estas últimas era para mí Antonio Peláez.
Cuando empezamos el proyecto de los nuevos regadíos la zona a regar de Zújar y Freila era Zabroja. No tenía sentido hacer una comunidad de regantes en Zújar y otra en Freila pues se trataba del mismo paraje. La rivalidad como en tantos pueblos vecinos nos hacía bromear. Yo le contaba lo que me decía mi abuelo que había sucedido hace ya un siglo entre un alcalde de Zújar y otro de Freila. El primero vino al Ayuntamiento de Freila para pedir que fueran juntos al Gobierno Civil para que arreglaran la carretera entre ambos pueblos. El segundo le dijo que lo dejara, que iba a ir él solo pero para exigir que se hiciera un muro en la carretera allí donde se cambiaba de término municipal. Él se reía y me decía que ya los tiempos eran otros y que la comunidad de regantes tenía que llamarse Zabroja Zújar-Freila. Y así se llama. Después fueron muchas reuniones, en nuestros pueblos, en Baza, en Granada y en Sevilla. Estaba dispuesto siempre. Y en las reuniones, y durante los viajes, que algunos hicimos juntos, hablábamos del precio del tomate, de cómo cada vez se adelantaban más las campañas, de como con las nuevas tecnologías ya se podían producir tomates en febrero, de cómo había que pensar ya en comercializar desde aquí. Vitalista como pocos, pensando en su tierra y en su futuro. Qué paradoja. Hay cosas que no se entienden.
Nunca supe cuáles eran sus ideas políticas, ni me importó. Él supo siempre cuáles fueron las mías y tampoco dió muestras que este extremo fuese muy relevante para él. Nos unía el proyecto común de ver las tierras de Zabroja regadas por fin, cuarenta años después de construirse el Embalse del Negratín. Descansa en paz paisano, porque muchas veces el paisanaje no lo comparten sólo los del mismo pueblo sino los que ven todas las mañanas el mismo paisaje: El Jabalcón, El Negratín, Zabroja. Que allá donde estés veas pronto la tierra y el agua juntas alimentando honradamente a las siguientes generaciones, como tantas veces imaginamos.
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Abelardo Vico, su paisano.
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