Cientos de niños viven con ilusión el Cascamorras Infantil de la mano de Jesús Samaniego

Voluntarias de Ad-Hoc se encargaron de pintar muchas caras y también hubo todo un despliegue de Cruz Roja atentos a la menor incidencia que pudiera surgir. A las 8, ya estaba por allí el Cascamorras de Honor, Jesús Samaniego, al que nunca se agradecerá y reconocerá suficiente la inmensa aportación que este hombre hace por la Fiesta de Interés Turístico Internacional. Como acto previó recogió las cintas que muchos bastetanos aportaron para ser colocadas en la bandera que Sama ondea en las juras y que mañana sábado pasará a manos de José Heras, en su recorrido por las calles de Baza jurando bandera y realizando la habitual cuestación para la Hermandad de la Virgen de la Piedad.

Con puntualidad absoluta, a las ocho y media sonaba el tercer cohete que abría las supuestas hostilidades, en las que la pintura se convertía en confetis y serpentinas y en las que las carreras se sucedían y la porra de Cascamorras retaba a los más atrevidos. Juras de bandera en los lugares de costumbres, carreras sorpresivas del accitano que aparecía y desaparecía, gestos de cariño a los más desconfiados y todos los alicientes para que el Cascamorras Infantil cumpla con el objetivo que fue creado: que los niños y niñas conozcan la fiesta, que la respeten en todas sus facetas y que la quieran con toda su alma, convirtiéndose en cantera que serán los cascamorreros del futuro.

Calles llenas, quizá demasiados padres queriendo volver a ser niños, sin darse cuenta de que si ellos fueran por las aceras y dejaran la calzada a los pequeños, estos disfrutarían más todavía. Así se llegó a la Plaza Mayor, con un gentío impresionante, antes de realizar la última jura de bandera ante el Templo de la Piedad, ante la que se postraba y rezaba un Jesús Samaniego feliz y emocionado que, además, recibía un recuerdo-homenaje del coro de voces graves Señor Santiago, que ayer estrenaba una «Plegaria a la Virgen de la Piedad», de la que es autor otro Cascamorras, Álex Baena.

Cuando se hizo el silencio, Sama dirigió unas bonitas y sentidas palabras a los niños bastetanos, junto a los que rezó antes de recoger el obsequio que la coral le tenía reservado, y terminó prematuramente un discurso que su emotividad no le permitió terminar, dando nuevas muestras de su entrega y de su valía como persona y como Cascamorras. Muy grande Sama, a los que todos le desearon mucha salud y fuerzas para que siga siendo el espejo en el que los niños de Baza y Guadix se miren para hacer más grande la Fiesta del Cascamorras.